lunes, 23 de noviembre de 2009

Rocío

Mi amiga Rocío mide 1,83m, tiene espaldas de jugador de balonmano, una melena rubia oxigenada, y una talla 120 de sujetador que luce con unos escotes de vértigo. Rocío, (Trinidad según su DNI) guarda un secreto entre sus piernas, que, sin embargo, no le impide calzarse unas minifaldas de escándalo y tacones de aguja. Rocío camina decidida hacia el medio siglo, pisando fuerte con sus piernas kilométricas y tatuadas de futbolista. Le faltan la mitad de los dientes por haber tenido que defenderse a mordiscos de la cerrazón y la mediocridad española. Con el duende de Triana tras los talones se ha recorrido media Europa endulzando la vida de aquellos a los que ha conocido con su gracia y su arte de repostería. Se ríe de las mariconas que se suben a un pedestal encima de las plataformas y desprecia a quienes por el día dan sermones de moral y por la noche la buscan para que les atraviese con lo que le queda de su pasado genético. Y es que en mi nuevo barrio los secretos se gritan a voces tras la barra del 'silenci', entre cañas y gin tonics se ahogan la amargura y las penas de los desterrados que aún buscan su lugar en el mundo.

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