jueves, 23 de septiembre de 2010

maldres y tecnología punta

Escenario: lugar de trabajo /calle
Acción: conversación telefónica madre-hija sobre temas varios
Diálogo
(...)
Maldre: ¡Te has dejado aquí un cuello!
Yo: Un cuello?
Maldre: De un vestido descapotable
Yo: ¡?¡?
Maldre: (ignorando mis signos dde exclamación/interrogación dequenaricesmetashablandomaldre que al teléfono suenan como un einch????) ¿Necesitas que te compre algo?
Yo: No ¿de que cuello me hablas?
Maldre: Del de desigual ¿quieres un abrigo?
Yo: (Cayendo del guindo: en la última visita a la casa materna aproveche las rebajas de verano para comprarme un super jersey de cuello vuelto) no, ya sabes que quiero un e-book (pronunciado ibuk) y eso es caro así que buenosivesalgomelocoges....
Maldre: ¡¿Un IGLÚ?! Eso es de los esquimales! Para que quieres tú un iglú?
Yo: (intendando no caerme de la silla de la risa) Un iiiibuuuukkkkkkkk maldre!
Maldre: (en sus 13) ¡Qué yo no te compro un iglú!
Yo: (descojone total) un libro digital
Maldre: Uno como el que tengo yo? que sale el seño diciéndome que tengo la corteza cerebral de una persona de 80 años jojojo y yo voy y lo cierro, se va a enterar... (sigue desproticando contra el braintraining, regalo de cumpleaños 2010)
Yo: Sí, algo así pero para leer libros
Maldre: Sí, este me lee el Lazarillo de Tormes
Yo: para leer muchos más libros
Maldre: ¡Pero si te he regalado muchos! además eso es muy caro que lo he visto y cuesta 300 euros, y tienen que bajar, porque estas cosas siempre bajan y además si te lo compras ahora en navidad estará ya desfasado porque habrán sacado otro mejor.
Yo: (pensando pa mi: mi maldre, puesta en nuevas tecnología omg!!) Eso es!

Moraleja: aunque no lo parezca la tecnología punta y las maldres SÍ son compatibles

miércoles, 22 de septiembre de 2010

crisis post postvacacional

No no me he equivocado, la crisis postvacacional ya la sufrí. Lágrimas furtivas por tener que volver a la isla, cabreos supinos por culpa de las pequeñas zancadillas que da la vida, llamadita de turno al señor de la grúa (como no, a la vuelta de vacaciones mi coche había decidido romperse, es una costumbre molesta del polito) pero todo pasa, y con cariños más facilmente, y ahora mi crisis se reedita, pero esta vez por culpa de lo impepinable. Llega el otoño, las lluvias, la 'vuelta al cole', la rutina y un montón de meses, días y horas de frío por delante.

No me gusta el frío, ni la lluvia, me oxida los eslabones y a mi alrededor crecen molestos líquenes y musgo. Las vacaciones parecen ya un recuerdo lejano en un laberinto de calles a las que no recurdo cómo volver, atestadas de olores (no todos agradables) y costumbres desconocidas que alcanzó su cenit hace algunos siglos y no ha parado desde entonces de caer, eso no quiere decir que no nos haya dejado un importante legado. Tanto es así que me estoy leyendo un libro sobre contadores de historias árabes, los hakawati, y sus cuentos picantes y de aventuras sobre yinnis, demonios de colores, guerreros y sus historias de amor, al estilo de Romeo y Julieta, pero con heroínas molonas como Fátima (la del colgante de la mano aque a todos nos han traido de recuerdo) Y fantaseo con viajes en alfombras voladoras y mundos lejanos hasta que la cuenta corriente de un poquito de superavit y me permita coger una cafetera de esas con alas en las que ya casi se pueda viajar de pie a uno de esos mundos muy muy lejanos.